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Quédate en casa

con poesías  la cuarentena  se pasa mejor


Las mejores casas, para perderte en el bosque | Goplaceit


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Cuanto quise decir, ya te lo he dicho,
en oscuros poemas olvidados.
Hice catarsis con mi poesía,
y separe las cosas lado a lado.
Nada de duelos, nada de tormentos,
ya no rima tu nombre con mi nombre.
Te destierro, te extirpo de mis versos.
Cuanto quise decir ya te lo he dicho


Alicia Celada



Pintura : Alan Forciniti
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El recreo




Yo soy tu recreo, así lo aseveras,

un bálsamo ,un cielo plasmado en tu tierra.

Sonó la campana que tu tantaneas,

marcando los tiempos, las pausas y esperas.

Y yo me limito a izar tu bandera,

trepada a tu mástil como una ramera.

En este recreo también se hacen pruebas,

se aprueban exámenes y existen las reglas,

no es sólo recreo plasmado en tu tierra.

Una tarde de estas, para tu sorpresa,

voy a apoderarme, aunque tu no quieras,

de aquella campana que tu tantaneas,

de todos los tiempos, las pausas y esperas.

Y tendrás recreo, cuando yo lo quiera .


Alicia Celada


El gusano y las mariposas



Lo que tu pretendes, yo no lo poseo.
Ni las carnes firmes, ni un cuerpo placebo.
Crees tú que acaso se detuvo el tiempo.
Por gracia divina en tu augusto cuerpo.
Que a ti no te miran las jóvenes diosas.
Igual que a un gusano una mariposa.
¿Qué es lo que pretendes? no eres un mancebo.
Ni tu piel es joven, ni tu miembro erecto.
Acepta que el tiempo pasa para todos.
Yo, ya no soy yegua, tu, ya no eres potro.
Son las realidades que  arroja la vida.
Yo me siento joven, yo me siento viva.
Pero ambos sabemos que una flor marchita.
Igual no renuncio al amor excelso.
Valgo más que antes, aumento mi precio.
Cuando más madura más cara  me siento.
Tengo la osadía, tengo la templanza.
La fresca pureza que dejo mi infancia.
Tengo la agudeza de la fría lanza.
No perdí el coraje  y adquirí pujanza.
Cuando más madura me siento más cara.
Lo que tu pretendes, yo no lo poseo.
Pero si te miras desnudo al espejo.
Lo que tú te crees, doy fe que no es cierto,
Ni tu piel es joven, ni tu  miembro erecto.

Alicia Celada

Amores inconvenientes



Hay amores que son inconvenientes.
Desquiciados, perversos, alocados.
Y otros mansos amores denigrados..
Peregrinos y fieles penitentes.
Yo he conocido amor inconveniente.
El excelso, el mas puro, el que nos quema.
Ese que rompe todas las cadenas.
Y encadena a su vez, con más ajuste.
Ese amor que levanta y que nos hunde.
Paradójico amor que nos da vida.
Causando tal herida que nos mata.
El amor que se grita y que se calla.
El amor que ablaciona y abemola.
Que nos provoca la febril locura.
Que nos amansa, que nos descarrilla.
Ese amor que nos arde y aniquila.
Que nos deja las venas encendidas.
Para un amor, tal vez más conveniente.
Que nos calma, nos calla y apacigua.
Y encadena a su vez con más recato.
Con cordura, con tacto, con firmeza.
Y lentamente con vetas de tristeza.
El amor conveniente nos apaga.


Alicia Celada



Estas a salvo de mi amor




Estas a salvo de mi amor, yo no acostumbro a entrar donde no me abren las puerta.
No soy de las que forcejeo o la pateo desesperadamente. Solo estaré el tiempo que duren los faroles prendidos y cuando comiencen a pestañear podemos apagarlos juntos, para evitar el duro trago de quedar a oscuras, luego seguiré mi camino a los tumbos, a tientas , un trecho nada más, me cruzare a la vereda que encuentre más iluminada.
Quédate tranquilo, no necesitas advertirme nada. se muy bien de lo que hablan tus silencios y creo conocer los fundamentos de todas tus palabras.
No tienes que temer, estas a salvo de mi amor. Jamás entro donde no me abren las puertas y menos aun, si veo que adentro no hay suficiente luz para establecer mi morada.

Alicia Celada

Cuando mi hombre llora

Cuando mi hombre comienza a debatirse con el llanto,

yo me convierto en cuna, y el se vuelve pequeño entre mis brazos.

Yo le obsequio la luna, la luna aprisionada entre mis dedos,e ilumino su rostro.

Cuando mi hombre llora, yo almohadizo mi hombro.

Y sus lágrimas mojan mi camisa y la perfuman.

Cuando mi hombre llora, no lo descubran.

El llanto de mi niño me abre hasta el pecho,

luego cuando se duerme, lo llevo al lecho.

Y el derroche de gloria que me regala,

me lo devuelve hombre bajo las sábanas.

Cuando mi hombre ama , yo me convierto,

en una frágil niña sobre su pecho.


Alicia Celada

Por despecho









Sólo por despecho ansío encontrarte, con el negro espanto de sentirte solo.
Abatido, seco, astillado, hueco, despojado y yerto.
Con las manos muertas de esperar caricias que no has merecido.
Sólo por despecho, deseo encontrarte más envejecido.
Con las alas rotas, con el pecho roto por haber caído.
Sólo por despecho, que no fuiste mío, siendo yo tan tuya cuando nos tuvimos.
Deseo que nunca puedas derramarte en un vientre tibio.
Que no halles rincones donde cobijarte cuando tengas frío.
Sólo por despecho,  deseo que sufras, que llores, que gimas.
Hasta que maldigas haberme encontrado, que no se te olvide nunca mi mirada.
 Que ella te persiga de noche y de día, y quede en tu almohada.
Que mi poesía te torture siempre y sagradamente guardes mi poema.
 Para que te muerda cuando lo acaricies.
Hallarte en reposo, tan cerca del pozo que te asalte el miedo.
Que grites mi nombre y que yo no acuda, que ansíes mi cuerpo y que yo te escupa.   
Sólo por despecho, tan sólo por eso. Pero Dios me libre de cerrar los ojos y no perdonarte.
De sentir despecho y no alivianarme,  por eso es que cierro los puños.
E imploro que tanto despecho, se llene de aplomo ,que aplaque mi bronca y abemole el verso.
Que pueda mirarte con mis ojos buenos, más piadosamente.
Y tanta pureza le gane al despecho, ventajosamente.

Alicia Celada

Voy a correr la noche



Voy a correr la noche sin medidas.

En compañía del viento, despeinada.

Buscaré las caricias desmedidas

y la promiscuidad más degradada.

Voy a correr la noche calle arriba.

Para deshilacharme en las almohadas.

Esperando que llegue el forastero

y me cargue en su espalda.

No pondré resistencia a ese maltrato.

Me dejaré llevar, como si nada,

y bajaré  sumisa la cabeza.

Para así recordar tantas nostalgias.

Me quedare dormida boca arriba,

con el ronquido triste de los muertos,

y al despertar, tal vez envejecida.

Vuelva a correr la calle boca arriba

para morir de sed bajo el cemento.

Alicia Celada


El agobio





Y displicentemente tu dices que te agobio.
  
Y si agobiar es esto que siento por las noches,

añoranza,nostalgia de no tenerte al lado,

respeto de tus tiempos,angustia de tu ausencia,

de no saber que pasa cuando existen silencios.

Y si agobiar es esto,que siento de repente,

de querer abrazarte y de quererte fuerte,

de reclamar tus brazos y ansiar adormecerme,

en tu gigante pecho, casi tímidamente.

Y si agobiar es esto que sacude mi mente,

cuando te pienso y siento que no es suficiente.

Entonces te libero de este agobiante trato,

y te quito los grillos y desato los lazos.

Perdón si te he agobiado con mis tontos poemas,

perdón si te he agobiado con mi torpe ternura.

Yo sólo quería darte un poco de cariño,

perdón por mis agobios, no comprendi el pedido,

que me hacían tus labios,labios comprometidos.

En momentos de éxtasis, se dice lo indebido.

Creí haber entendido tu demanda de niño,

creí haber entendido tu demanda de hombre,.

Pero me he equivocado, tus palabras confunden.

Con los cuerpos desnudos, las palabras son otras.

Ahora que estas vestido, puedo verte desnudo..

Alicia Celada

Atadito de aromas

Atadito de aromas, arrojado en la cama,


galopando el espacio,demandando las llamas.


Yegua y potro indomables, escapando del lazo,


correteando los campos ,mitigando el letargo.


Atadito de aroma, de sudor y de sexo,


un relámpago intacto, un gemido frenético,


una espera, un escape, una pausa, una entrega,


una mezcla de miedos, una duda longeva,


una magia, una seña, un riesgo inesperado.


Atadito de aromas, de aromas tan ansiados,


paraíso e infierno en un mismo elemento.


Todo, todo esta dado, para empezar un sueño.



Alicia Celada

Ahora puedo decir que es amor


Ahora puedo decir que es amor.
Porque brillan tus ojos en las pausas  y tus palabras vuelan en el ruedo.
Porque tus manos sudorosas abrazan mi cuerpo con firmeza.
Porque presientes mi proximidad y adivino la tuya.
Porque acaricias mis ausencias y me esperas, y te espero.
Porque me sueñas despierto y te sueño durmiendo a mi lado.
Porque el silencio nos cubre y nos delatan los ojos.
Porque nada es igual, desde que me monte a tu alma, sin pedirte permiso.
Porque nada es igual desde que cabalgamos juntos.
Bravo jinete e indomable yegua,hacia los verdes campos encendidos.

Alicia Celada

La buena miel






Yo no quiero ser la que hay en casa,

quiero ser la de afuera, apetecible.

Yo no quisiera ser la aborrecible,

ni la irritante, deslucida, opaca.

Quiero resplandecer cada salida,

y sentirme de amor bien rebalsada.

Con las horas contadas y encendidas,

no esperar a que llegues, resignada.

No quiero las caricias apagadas,

un cumplido mas frío cada día.

Quiero ser tu persona más amada,

quiero ser entre miles la escogida.

Es por eso te invito a la aventura,

aquí siempre se liban buenas mieles.

En este enjambre dulce, por ventura,

los sueños andan siempre sobre rieles.

Enredemos marañas de placeres,

alejados del miedo y del deber.

Será sin duda la unión entre dos seres,

como Dios cree que debiera ser.

Yo no quiero ser la que hay en casa,

quiero ser la que hay en tu sentir.

Dejemos que estas cosas que nos pasan,

se mantengan sin fin.

Quiero ser lo cierto de lo incierto,

que avances mar adentro si pedir.

Quiero añadir placer a tu descanso,

quiero ser campo abierto para ti.

Alicia Celada



Solo mío


 Ahora es mío, este dolor es todo mío.


Ya se que aquí se queda para siempre.


No saldrá a recorrer arduos caminos.


Ni será este dolor un penitente.


No hallará abrigadero entre tus brazos.


Ni la paz en tus manos solidarias.


Sólo hallará la estatua inanimada.


Los ojos naufragando en el silencio.


Y la nada, la nada.


Ahora es mío, este dolor es todo mío.


Ahora, y para siempre.


Tortuosamente, indefinidamente.


Es mío, solo mío.




  Alicia Celada



Tirarse a descansar


Amontonar palabras, gestos,risas
y caudales de lágrimas inutiles,
atar a nuestros labios una sonrisa,
y en los ojos un brillo que perdure.
Seguir,seguir la senda despaciosos,
cuidando no pisar hirientes cardos,
y una vez, que lleguemos, silenciosos,
tirarse a descansar de los agravios.

Alicia Celada

inútilmente



He abortado los últimos destellos,
para iluminar los ojos de mis queridos muertos.
Alguien sabe que amo inútilmente,
y me arroja imanes de fuego, sobre el vientre seco,
seco arenal ,acostumbrado a los vientos.
He abortado los últimos  destellos,
para encender las almas de mis queridos muertos.
Alguien sabe  que amo inútilmente,
alguien, inútilmente, me amara en silencio.


Alicia Celada

Envejecio tu corazon




Envejeció tu corazón,

como las piezas de un reloj entumecido,

y ya no se estremece, ya no sueña,

dejo de ser el corazón de antaño.

Envejeció tu corazón, lo siento,

ya nada puede hacer un cirujano,

que puede revivir el corazón de un muerto,

pero no el corazón de un ermitaño.

Si no llega el amor no habrá más cura,

si no llega el amor no habrá milagro,

nada se puede hacer desde la ciencia,

solo tu puedes con pasión lograrlo.

la simpleza del hombre
estalla en la complejidad del ser humano.

No se puede vivir apasionadamente,
 
con un pobre corazón avejentado.
 
La vida es nada, para el hombre solo,

no hay peor soledad, que el desamparo.

Todo lo puede un corazón que canta,

nada lo puede un corazón impávido.

Si el corazón no grita, no galopa,

no conoce el amor y no lo clama,

es sólo un corazón a medias.

Al pobre corazón avejentado,

si lo hallas algún día enamorado,

abre de par en par tu pecho entero
 
y deja que se escape placentero.

Veras, tu corazón, será el de un niño
 
y entonces sí , vuelve a empezar de nuevo...

Alicia Celada



Polifemo mio


Tú sabes que es a ti que estás tan cerca ,al que perjuro y otra vez maldigo.
Tú sabes que yo rondo por tu verja, como un pobre mendigo.
Tú que entiendes mis versos, bien comprendes,
que este dolor atroz en que me inspiro,
se ha encerrado en el alma y se me prende, sin darme los motivos.
 Yo se que he merecido este desprecio, abominable, cruel, casi mortivo,
se que jamás podre estar en tu lecho y tu cuarto ya es un privativo.
Ay ,que dolor el mío amontonado, que pugna por salir y se me queda,
ay que dolor el mío enamorado ,que no me da mas tregua.
Malditas esas manos que te tocan, el órgano sutil que te apodera,
malditos sean tus hijos, tus mujeres,y maldita tu hembra.
Porque no habrá mujer que te ame tanto, como esta , tu liberta,
que te ha dado la sangre y se va en sangre, como tu lo deseas.
Malditos los pezones que succionas, porque no te alimentan,
maldito sea el semen que derrames, que no dará su ofrenda
y maldito tu canto que en mi cuarto de noche se me queda.
Porque no habrá mujer, que te ame tanto, como esta , tu liberta.
Tu sabes que es a ti ,que estas tan cerca,
al que que perjuro y otra vez condeno.
Que llegue a ti mi maldición sangrante,  mi monstruo Polifemo.
Maldita si, maldita sea tu prole, malditos, si malditos tus intentos.
Porque tú me arrancaste las entrañas, en aquel gris momento,
aquel que me arrojaste la palabra que ablacionó mi pecho,
y en un instante me dejaste estéril de hijos y de versos.
Estéril para siempre y te maldigo, mi monstruo Polifemo,
porque no habrá mujer que te ame tanto ,pero te quiera muerto.
Bendita sea tu muerte y tu sepulcro, que te tendrán adentro,
como yo tantas veces te he tenido en húmedos rincones de mi cuerpo,
bendita sea la laja que te cubra, bendita sea tu lápida y tu cerco.
 Porque no te le irás como te has ido en tan poquito tiempo.
Bendita sea tu madre que te trajo, para mi dulce tiempo
para darme la gloria de tu gloria , por todos los extremos.
Yo bendigo la luz que me ilumina y me baja estos versos,
y en ellos madecirte y bendecirte mi monstruo Polifemo.

Alicia Celada

La ausente en el desván


Se que me buscaste la noche pasada,
recorriste todo, sótanos y salas,
no me descubriste,  yo estaba en tu almohada.
Se que estas dudando que ando por la casa,
porque ayer dejaste la luz apagada
y estaba prendida cuando regresabas.
Todo esta en desorden , pero no te enfadas,
la comida espera servida en sus latas,
la cama revuelta, mis chinelas blancas,
tiradas a un lado junto con tu bata.
Se que no comprendes mi ausencia temprana,
que no te resignas a la fría cama,
y yo que presente me encuentro en la casa,
no puedo ayudarte a secar tus lágrimas.
Mi retrato ríe  sobre la butaca
y el armario oculta tu camisa blanca,
que enreda sus brazos en mi oscura falda.
Mis cajones guardan los viejos recuerdos,
todos detenidos en aquellos tiempos.
Tu sabes , ya nunca se vuelve de aquello,
pero igual esperas el milagro nuevo.
Se que me buscaste la noche pasada,
porque estas dudando que ando por la casa.
Al llegar la noche, con luz apagada,
rezaste en lo bajo, pediste por mi alma,
y sin darte cuenta, cuando recostabas,
tu húmedo cuerpo sobre nuestra cama,
con mis labios fríos, sin decir palabras,
te besaba todo, de los pies al alma.
Y tu sin saberlo, que sobre la sábana
yo te estaba amando, como antes te amaba.
Al poner tu rostro caliente en mi cara,
 me distes un beso, sin que lo notaras.

Alicia Celada

Calambur

 
 
 
 

He conocido hombres de todos los tamaños:
grandes, pequeños e insignificantes,
locos,aristocráticos,veletas,
tontos, mediocres,genios y poetas,
sabios,putos y profetas,
de todos los colores,de todas las edades,
tiernos,viriles,toscos y cobardes,
valientes,puritanos y leales,
salvajes,atrevidos ,desmedidos,
insolentes,donceles y machistas,
prepotentes ,sumisos,mentirosos,
hermosos,caprichosos y asquerosos,
casados ,solteros,separados,
indecisos y pobres desgraciados,
atormentados,lerdos ,apurados,
exasperados,torpes y engreídos,
creyentes,ateos y dudosos.

Hombres de los suburbios,
hombres de los castillos,
hombres de los salones,
hombres de las alcobas,
hombres de los zaguanes,
hombres de las gramillas
hombres de las esquinas,
hombres de las bocinas,
borrachos,drogadictos y convictos,
decentes,indecentes,malhechores,
ladrones,parroquianos,militares,
dementes,supercuerdos,supermanes.


¿He conocido HOMBRES?


 Alicia Celada



Caso cerrado


Desenfundar el alma y acribillarte a besos por la espalda.
Se caratula  el crimen : privación ilegítima de la libertad de un hombre
por osadía de una desvergonzada mujer,
que se aventuró a amar con antelación al amor mismo.
Sentencia de los hombres, jueces implacables a los delitos femeninos:
duras miradas y cambio de rumbo, ante cualquier enfrentamiento eventual.
Caso cerrado, sin posibilidad de apelación,  y todo, por desenfundar el alma,
y acribillarte a besos por la espalda...

Alicia Celada

La faca

Ahondaré la faca en la profunda caja,
y sangraré palabras,besos ,nombres.
 Me desnudaré de las palabras bajas,
calumnias e ignominias que me agobien.

Destejeré tu imagen y arrojada,
tan lejos de la vera, que te asombre.
Derramaré tus versos por las calles,
aquellos tontos versos que te nombren.

Y por si acaso quede todavía,
un rastro de tu ser, un rastro solo.
 Me arrojare de lo alto de la vida,
terminando contigo de algún modo.

Alicia Celada

Dedicatoria






Te dedico el horror de mis noches en velas.



El hastío diario de mi liviana sombra.


Mi penumbra que abarca el reloj infinito.


Mis derrochadas lluvias de amores reprimidos.



Te dedico el fracaso, el otoño, el delirio.



Las tormentas, los vientos, huracanes y ríos.



Toda mi geografía sin ningún recorrido.



Mi historia sin historia, mí química sin signos.
 

Mi inicio a la locura, mí jaula, mis quejidos.



Te dedico el horror de mis noches en velas.



Y mi macabra vida, que viví a tu manera.

 
Alicia Celada

Me declaro inocente




Soy inocente, yo no maté a ese hombre.
El empuñó en mi mano aquella arma.
Y tan solo al mirarme fijamente, me dijo que lo haga.
Yo no quería hacerlo, no quería, pero el me desangraba.
Por eso que al hacerlo, use su propia arma.
Estaba frente a el hacia tiempo, apuntando a su alma.
El no midió los tiempos, las distancias, tal vez, me desafiaba.
No quería matarlo, no quería, pero era una amenaza.
Una amenaza a mi poesía, una amenaza para mi esperanza.
¡Que alivio, que final a este suplicio!, que a él lo torturaba.
Y me dejaba presa de la espera, y a mi me acongojaba.
No tengo que mostrarles a nadie mi inocencia.
Si por matar al hombre, me vi obligada a matar la hembra.
Era justo, muy justo y digno que así sea.
Por eso simplemente, me declaro inocente.
Y acepto la amistad del hombre muerto.
Para no revivirlo en el intento.
Amigo mío, retoño de esa muerte, eres aquel testigo que libera.
No quería matarte, no quería, pero era inevitable que así fuera.
Por eso, evitando esa agonía, esas eternas noches de desvelo.
Yo decreto, tu bandera a media asta, y una noche de duelo.


Alicia Celada

El hombre que no hablaba


El hombre no hablaba, todos creían que era mudo, pero no ,simplemente no hablaba.
Tenia un nudo de silencio en la garganta y el corazón anclado en un puerto inexistente en toda geografía.
El hombre simplemente no hablaba, le habían extirpado las palabras las cirujanas manos del hastío, cegado por su propio mutismo, el hombre se mecía en los vaivenes del bullicio. Tenía muchas palabras amontonadas en el costado izquierdo,parecían que iban a desbordarle por los ojos, pero quedaban suspendidas en su acuosa mirada, parecía que iban a brotarle de las manos pero quedaban en sus dedos arañando las palmas.
El hombre no hablaba, lo sacudían y no hablaba, lo golpeaban y no hablaba, lo torturaban y no hablaba, lo desgarraban y no hablaba. Y  no porque era mudo, simplemente, no conocía las palabras. Y así paso su tiempo, en el silencio, arrinconado a la vera del camino, viendo pasar a muchos peregrino, que cantaban , rezaban y exclamaban. Pero el hombre,no hablaba .
Un día, sin un solo gemido, el hombre se murió con su silencio y en su ultimo suspiro, soltó un puñado de palabras. Pero nadie escuchó, estaba solo...

Alicia Celada

Hez

 La tarde olía a sangre en los suburbios, el cielos serpenteaba sus blancas cintas, anunciando su llanto  desgarrante sobre la sola calle, desprovista de sueños. Las baldosas escupían sus palabras oscuras, salpicando las piernas abiertas, inmensamente abiertas como los pozos de las calzadas rotas; y entre ellas, hoy se debaten las sombras de los muertos ,que asoman en el vuelo de las blancas polleras y chorrean sus lágrimas de barro en las aceras.


La tarde trae un vaho inmundo y angustiante, de sangre nauseabunda desprendida del vientre. El cielo vomita la humanidad entera , arroja su ira al igual que una fiera, y lloran las mujeres eternamente secas.

La tarde huele a sangre en la hora siniestra y con manos unidas y encogido de piernas, en un eterno sueño, pareciera que reza, un manojo morado de carnecita seca.

Se retuerce la tarde, se envilece la tierra, las baldosas escupen las sangrentosas piernas; y se mecen los niños en la ardorosa siesta, mientras cantan sus nanas las mujeres etéreas.

Tras los labios marchitos de las mujeres muertas, la canción se tritura en sus dientes de perra, y sus manos son hachas, asesinas, blasfemas, que aprisionan la nada en sus oscuras prendas. Ateridos de frío se desmayan sus pechos, como las secas flores de invernales contiendas. La tarde huele a sangre en todas las esquinas, la ciudad va exhalando un olor de letrinas, en las tristes capillas las viejas se persignan y el Cristo del cayado se esconde en una cripta.

Ya se acerca la noche, como siempre, sombría. Lucífugos murciélagos dormitan en la iglesia y se escuchan mil llantos por ventanas abiertas.

Ya se apagan las luces, ya se encienden las venas, y generan los miembros las clandestinas fiestas. Mujerzuelas oscuras se ofrecen en las tiendas y el mundo va mostrando repugnantes escenas, en los puertos se ríen los marinos que llegan y derraman aromas de sudor mientras esperan, a las blandas mujeres de económicas piernas.

Al igual que Sodoma se sentencia la tierra y en estatuas de sales los hombres se liberan.Los mendigos quejosos, timoratos esperan, en el abrigadero de las fatuas iglesias. En el cercano hospicio la locura genera la violencia del hombre en su jaula funesta.Y en el misero fango, de la misera tierra se sumerge la luna, prostituida y bella.

Un grito desgarrante, por la pared se trepa, los labios se amordazan, y las piernas se esfuerzan, los ojos desparraman su dolor en la entrega, la sangre se coagula y los cestos se llenan.El cuerpo se estremece, el pulso se acelera y entre el blanco y el negro un mártir se condena.

Las masturbadas niñas a los sueños se entregan, el cielo en un bostezo hace temblar la esfera; y dos brazos atados crucifican la tierra.






                         Crucifican la tierra

Alicia Celada

Catarsis



 


Cuanto quise decir, ya te lo he dicho,
en oscuros poemas olvidados.
Hice catarsis con mi poesía,
y separe las cosas lado a lado.
Nada de duelos, nada de tormentos,
ya no rima tu nombre con mi nombre.
Te destierro, te extirpo de mis versos.
Cuanto quise decir ya te lo he dicho


Alicia Celada


El sombrero loco


Tras el espejo, Alicia, te espera el sombrero loco. Ese que bien te conoce y sabe todos tus secretos, el que entiende el mínimo mohín de tu mirada. Estas alborozada, te has vestido de reina, con todas tus joyas de hojarasca, toda dorada de pies a cabeza ,y te sorprende la noche ,eres toda temblor, el bosque que te espera,  esta oscuro, pero no temas ,tú sabes que puedes confiar en todos los conejos y los cisnes que están en ese mundo mágico al que perteneces, del cual solo saliste por un momento a ver ese otro mundo lleno de crueldad y de infortunios,   carente de toda poesía, no conoces ese idioma, vete.

Aquí esta el sombrerero loco, puedes confiar en el, estas a salvo de cualquier otro tipo de locura.
 
 
Alicia Celada

vibrando


 


Que quede solo ahí, solo vibrando.
Apenas en el roce y la caricia.
En el susurro suave de los labios.
En la imaginación, la fantasía.
De pensarnos, soñarnos en silencio.
En esa soledad de nuestros cuartos.
En el gemir que arrancan nuestras manos.
Que quede solo ahí, sin concretarlo.
Para que no se quiebre, como un vaso.
Para que no se hiele, como un témpano.
Soy capaz de soñarte de mil modos.
De mil modos, capaz de poseerte.
Que quede solo ahí, solo vibrando.
En las pausas, los gestos, las  miradas.
En el febril tormento de pensarnos.
En la proximidad, solo  en el tacto.
Hagamos que el deseo, sea eterno.
Que quede solo ahí, solo vibrando.

 

 

            Alicia Celada

La Luz (dedicada a Denise y Giuliano)






Solo dale la luz, nada más que la luz.
Que no mida el amor, por su verde valor.
Que se llene de sol, de fragancia de flor,
 de pureza motriz, de candor de raíz,
 de energía, de paz,
 de esa fuerza real, que genera el amor.
Solo dale la luz, nada más que la luz.
No el oscuro rincón ,donde anida el terror,
el rencor, la maldad, el hipócrita estar,
 el medido interés, ese no querer ver,
el valor sin igual, que tan solo en la luz,
tú lo puedes hallar.
Solo dale la luz, y veras, ya verás,
como irradia su sol, no mezquina el calor,
como incendia de amor
y con cuanta pasión vivirá.
No precisa de mas, sin en verdad los amas.
! Solo dale la luz ¡



Alicia Celada
 

Quien es ella?







¿Quien es ella? tan solo una mujer, que se proclama tuya,

a la que has encontrado doblando alguna esquina,

que gasto las palabras y el sexo sin medidas.

¿Quien es ella, que pretende ser centro de tu vida?,

¿quien es ella, a la que adornas con dos o tres cumplidos

para arrancarle dos o tres gemidos?.

¿Quien es ella?, nadie, nada,

tan solo una mujer desvencijada,

sobre el borde filoso de tu mundo,

donde gastas tu miel, en diez segundos.

Alicia Celada

El viaje en tren




El tren no tardò tanto en llegar como era costumbre, pero no importaba. Ella, ese día en particular, se sentía bien. No tenìa apuro para llegar a la oficina porque era su día de franco, y estaba dispuesta a regalarse una tarde para ir de compras.
Tenía en su mente una blusa de seda verde. Quería mimarse un poco ya que hace mucho que no lo hacía, que no se regalaba algo. Venìa de una larga depresión, producto de los años que sentía que se le habían venido encima... pero eso ya estaba superado.
Se sentía feliz, se veía bien. El espejo le devolvía una imagen aceptable. El nuevo color de su cabello le sentaba bien y había comenzado el gimnasio hacìa unos meses. Eso la relajaba y la reconfortaba. Se miraba en los carteles de la estación y veía que su figura era bastante armónica. Al menos trataba de convencerse de eso. Se sorprendía sonriendo de repente. Eso quería decir que comenzaba a aceptarse o a resignarse con mansedumbre.
Subió al tren. Como siempre no pudo sentarse, pero tampoco le importò. Un joven se ubicò frente a ella y le sonrió. Ella bajò la vista, pero sentía su insistente mirada. Le pareció extraño. Era atractivo y  bastante más joven que ella, pero siguió con la vista baja. Pensó:"No me veo tan mal. No parezco la edad que tengo, Patri siempre lo dice". Patri era su amiga, una mujer de su edad, que como ella estaba recientemente separada.
"Estoy bien arreglada hoy, y justo me puse el perfume importado. El color me sienta bien. El rojo siempre sienta bien. Aparte no soy tan grande para estos colores".
Levanta la vista, El hombre la seguía mirando.Volvió a sonreír y ella respondió con una sonrisa. Entonces pensó: "Tal vez  baje en la misma estación y me invite a tomar un café ¿Què debo contestar para no parecer rápida? Si sigo caminando un rato, va a insistir, seguramente. Entonces... ahí sí, aceptarè. Pero pagamos cada cual lo suyo, ¿ o no?, o ¿debería dejar que pague él?. Seguramente me pedirá el teléfono. Aùn no reparè el celular, ni he podido comprar uno. Darle el de casa, queda mal. Unicamente que en vez de comprar la blusa me compre el celular y mantenga el nùmero que tenìa, ¿Cuál era?. Tengo que hacer memoria. Estas neuronas empiezan a traicionarme. Dios mío, ¿qué hago si me pide el teléfono?". 

Ya se aproximaba la estación. Se acomodò para bajar. El se le acercò casi tímidamente.
 Sintió un sudor caliente que recorría su cuerpo. Volvía a sentir sensaciones olvidadas. Percibía còmo el rubor le iba ganando el rostro.
De repente, un fuerte tirón la arrastrò al andén. Cayó con un golpe seco al lado de un banco. El hombre salió corriendo con su cartera. Le había arrebatado el dinero de su blusa, y... un millón de ilusiones.
Se incorporò débilmente agarrándose del banco. Se mirò en la marquesina. Su rímel se había corrido y estaba despeinada. Nadie reparò en ella .Nadie vino en su ayuda. La gente indiferente circulaba apurada.
Nadie... nadie se dio cuenta, que acababan de matar a una mujer.



Alicia Celada

Del otro lado del miedo


La puerta había sido camuflada como si fuera una ventana. Ya que era el último cuarto de la casa y por su forma atípica, que consistía en un pequeño triangulo, muy pocas opciones para aprovechar el lugar tenia. Por eso, cuando el niño creció paso a ser su habitación, micro habitación, pero en ella entraba el suficiente mobiliario: la cama y un pequeñísimo placar. Al menos tenía su privacidad, había decorado el cuarto con posters deportivos y le había dado un cálido aspecto.
El cuarto daba al final del jardín, también allí el patio adquiría una forma poco convencional .La enredadera se había extendido hacia ese sitio, y al ser inaccesible, la poda era imposible, por lo tanto, ese sector impenetrable parecía una lúgubre selva.
¿Sería por eso que a la noche el niño imaginaba cosas detrás de esa puerta que tanto lo perturbaba?, el sonido de los pájaros, que se acurrucaban entre las hojas, el viento que ululaba con un llanto macabro, en ese hueco inhóspito del patio, la pelota que se empeñaba en lidiar un partido con él.
Todos esos sonidos se transformaban en una amenaza, alguien traspasaría esa puerta y terminaría por eliminarlo. El miedo estaba ahí, latente de este lado de la puerta y del otro lado, lo oscuro, lo impredecible. Pero él no lo verbalizaba, temía las burlas de esos temores infundados. Porque todo, el viento la vegetación, todo tenía una explicación, pero no todo lo explicable tranquiliza. EL necesitaba otra cosa, había que eliminar esa puerta, porque detrás de ella, estaban las dudas, las fantasías y todos los monstruos acechando.
Entonces, se decidió, no había modo de clausurar la puerta porque faltaría el aire, no había modo de dejar la habitación porque no había otra. Había que sacar los miedos de alguna manera y había que hacerlo rápido, sin que ellos se dieran cuenta que iban a ser expulsados.
Entonces, , esa misma noche, empezó a escribir un cuento hasta que el cansancio le gano y quedo dormido. Al otro día escribió otro y sucesivamente. Hasta que una noche comenzó a relatar esta historia, se entusiasmo con el relato, quería darle un buen final, simple y conciso, y lo logro, simplemente escribió: Yo me quedare aquí, del otro lado del miedo, aquí estoy seguro, yo mismo he cerrado la puerta y solo yo tengo la llave. Cerró el cuaderno y se fue a dormir plácidamente. Cuando despertó su madre lo esperaba en la cocina, lo abrazo fuertemente _feliz cumpleaños hijo, como has dormido anoche.



Alicia Celada

El hombre muerto



 El cuerpo llegaba a la mañana al aeropuerto, proveniente de  Europa, para ser trasladado a la morgue judicial .Esa tarde terriblemente gris ella debía ir para su reconocimiento. ¿Pero porque?, se preguntaba, había sido convocada, justo ella que lo había amado tanto. Es que a nadie le importaba, lo que ese hombre le había hecho al despedirse, esas falsas palabras, esas promesas incumplidas. Pero ahora estaba muerto al menos eso parecía, por algo la h...abían llamado, tal vez su voluntad fue que lo llorara por última vez.
Pero como reconocerlo, ella ya se había olvidado de su rostro, ya casi ni recordaba sus ojos. De todos modos estarían prudentemente cerrados, solo tenía un vago recuerdo de su silueta de gigante, que la hacía sentir pequeña entre sus brazos. Pero había tantos grandes hombres, que tal vez ,el no era tan grande como ella creía.
Y llego el momento, alguien la acompaño y le mostro la camilla, se acerco temblorosa y se pregunto en silencio, ¿cómo murió así sin sonreírle por última vez, sin decirle su cariñoso apodo? El joven de blanco corrió la sabana, y ella quedo pálida paralizada ante ese hombre, que tal vez, alguna vez fuera suyo. Respiro profundo, recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies,- no ,dijo con un hilo de voz ,no conozco a este hombre, -¿segura?, pregunto el muchacho- quiero que vea algunas de sus pertenencias-, y le acerco una bolsa con objetos ,un frio sudor baño su cuerpo, unas lagrimas se desprendieron de sus oscuros ojos y cayeron en los labios del hombre muerto , fue como un beso de despedida, ahora podía confirmar , ese viejo reloj plateado que marco las horas de sus encuentros, tenia historia al menos para ella, el hombre no importaba, el la había negado varias veces, pero ese reloj era el símbolo de su pasión.- No conozco a ese hombre, pero ese reloj, es suyo-, el empleado sonrió, ella le devolvió la sonrisa, el extendió su mano, ella la aferro con ternura.
Se alejaron, el reloj quedo detenido en una hora imprecisa, marcando el fin de una historia. En ese instante, despertó llorando, pero aliviada el hombre había muerto no solo en el sueño, sino definitivamente en su corazón.



Alicia Celada

La muerte del cobayo

 





-¡Dale Nacho anímate, agárralo, no te hace nada!-.El niño lo tomo temeroso entre sus brazos.

- Pero agarralo bien ,se te va a caer-. Y así fue el cobayo se deslizo entre las manos del pequeño.

- Viste te lo dije no sabes tenerlo-.

-No te enoje Lau, me daba miedo-.

- Pero si no te hace nada, es mansito, mírame a mí-. Entonces ella lo tomo entre sus brazos y lo meció como a un bebé-. Ahora lo voy a dormir y vamos a tomar la chocolatada que mamá esta preparando.

Y así transcurrió la tarde entre juegos, chocolatada y algunos que otros caramelos que Nacho extraía de su mochila. Antes de la cena la madre del pequeño vino a buscarlo, no querían despedirse, pero era tarde. La cena estaba casi a punto y la familia volvía a su rutina diaria.

-Poroto esta triste mami, papá arregla mis chiches y mamá cura, cúralo mami-.La madre lo acaricio un rato y luego dijo- Se va a poner bien, déjalo descansar, es porque ustedes lo asustan, lo tienen de aquí para allá,! pobre bicho!, ahora vamos a cenar y a dormir tempranito.

A la mañana siguiente Laurita salio al balcón a buscar a Poroto para saludarlo antes de ir a la escuela, el cobayo estaba tieso sobre su colchita, la niña lo levantó y fue corriendo al cuarto de sus padres.

- Papá, papá despertate- dijo la pequeña , pero no estaba asustada, estaba ansiosa.

- Papa arregla, mamá cura, pobre Poroto, papá arréglalo-. El padre se froto los ojos aun estaba aturdido, lo tomo en sus brazos, la miro con ternura y le dijo-.

No puedo mi amor, esta muerto-.

-¿Como que no podes? yo vi. a un mago en el cumpleaños de Lauti despertar a una paloma dormida-.El padre no sabia que decir ante la mirada insistente de la niña.

- vos podes , vos sos grande como el mago, como no vas a poder dale papi , papá arregla y mamá cura, como no van a poder-

- No Laurita no podemos-.

Entonces Laura lo arrebato de sus brazos y salio corriendo, llorando.

- Se murió mi cobayo, pobre Poroto-.

La imagen del padre cayó de repente ante los ojos de la pequeña. La vida empezaba a enseñarle las primeras tristezas ante las cuales, la voluntad y aun el amor, el amor mismo no pueden cerrarle el paso.  El padre sabia que eso iba a pasar, que ella volvería a verlo con los ojos confiados de antes pero esa caída era dura para ambos.

El tiempo pasó y la muerte del cobayo hoy es solo un recuerdo. El dolor golpeo con más dureza la vida de la niña. Ahora mujer, comprendió que la magia no puede hacer nada ante la realidad más dolorosa y que a veces los adultos no podemos con ella. Pero ahí estaba su padre a su lado, ese hombre que tal vez no sea el ser todopoderoso que de pequeña creía, el que todo lo arregla, pero indudablemente la ama tanto como aquél día en que pensó que ella jamás lo perdonaría.

Alicia Celada


El guiño de Dios


Cuando Dios me levanta su pulgar,

en cualquier circunstancia de la vida,

no me afligen los golpes ni empujones,

porque airosa saldré de la embestida.

Siempre que recibí una maldición,

he sabido salir bien bendecida,

y nunca me olvide de agradecer,

con ojos bien arriba.

La vida se empecina en abrigarme,

y obsequiarme su miel,

y si Dios me esta guiñando un ojo,

es que todo esta bien.



Alicia celada

Esperando esa flor












A gritos pedí una flor; me preguntaron porqué.



Les dije: que yo no sé, que necesito una flor.


Sonrieron con ironía, no comprendieron mi prisa.



Agonizaba en la espera, y me moría de amor.


Sabia que aquella flor, que esas manos mezquinaban.



Iba a curarme una herida, que no estaba equivocada.


Y aquella tarde florida, de esa triste primavera.



Vi. pasar por las veredas, muchas doncellas con flores.



Y hasta mujeres mayores ,ostentosas por las calles.



Podían hacer alarde, de ramilletes hermosos.


Y yo sentada a la vera de ese camino florido.



Sin un novio, sin marido, sin amante, sin consuelo.



Allí ,arrojada en el suelo, exhalé como un suspiro.



Parecido al del exilio, del que marcha para siempre.


Pero sentí de repente, unas manos que se abrían .



Y aprisionaban las mías, casi apasionadamente.


Me entrego una flor muy bella, casi como su mirada.



Y me sentí enamorada, como una adolescente.


Alicia Celada



A versos partidos

Vamos a resistir poetas.
Con fusiles al viento, con dardos azulados.
Desplazaremos por el firmamento.
Una tropilla de blancos unicornios.
Para lograr un objetivo claro.
Vamos a resistir poetas
Veran ,resistiremos
Con certeros disparos de palabras.
En los oscuros huecos.
Y luego, al fin de nuestra guerra.
Planeada en el silencio.
Plan que durara eternidades.
Perdidas en el tiempo.
Triunfaremos poetas.
Verán que triunfaremos

 Alicia Celada

Ahora,no

"La mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más."  

El quijote

Cómo hacerte entender, si yo pudiera.
Si estuviera en mis manos revivirte.
Si un instante , no más ,lo comprendieras.
Que no tienes derecho de morirte.
No,no tienes derecho de morirte.
Abandonarte así,sin defenderte.
Y después de llegar a consagrarnos.
¿arrojarte en las aras de la muerte?.
Si una luz me asistiera en este instante.
Y el supremo hacedor me concediera.
Devolverte la vida y alcanzarte.
Y enseñarte a que nunca la perdieras.
Si pudiera obsequiarte los inviernos.
Y esparcir en tus manos primaveras.
Demostrarte que el mundo no es infierno.
Y que puedes lograr lo que quisieras.
Que la vida conserva sus valores.
Y depende de ti ,toda la gracia.
Que aunque a veces no tenga mil colores.
Tu la puedes pintar y darle magia.
No renuncies ahora que te amo.
Y no puedo seguir peleando sola.
Porque si tu peleas le ganamos.
Y nos queda a vivir la vida toda.
Porque eres joven, porque yo te amo.
Porque el poema muere en mi garganta.
Porque si nos unimos lo logramos.
Porque todos los muertos se levantan.

Alicia Celada

Parir con dolor


 

La rutina diaria  fue sacudida esa tarde por el noticiero, la imagen de aquel hombre   me conmovió, sin saber por qué a partir de ese día comencé a seguir el caso,  a  tratar de  hilvanar las distintas conjeturas para arribar a mi hipótesis, que cambiaba permanentemente  por la  diversidad  de opiniones de los medios.
¿Era ese hombre culpable?, no parecía, algo familiar veía en el.
Luego vino la certeza, la familia defendiéndolo-´ “es inocente”- dijo ella, con toda la convicción de una madre, cuyos ojos se cruzaron tantas veces  con su pura mirada cuando lo amamantaba, lo vio crecer, y jugar con sus hermanos hasta hacerse un hombre.
Ahora un vago recuerdo me asalta. En mi adolescencia frecuenté la casa de Muñiz en vacaciones  y era un placer disfrutar con ellos esas tardes de verano, los juegos, las picardías. En esa casa había ciertas licencias que en la mía no tenía, se podía jugar al carnaval y a la guerra de almohadas.
 Crecimos y no se por qué razón nos separamos, cada cual en sus cosas, todos por caminos diferentes. Nunca más supe de ellos.
 Al ver las imágenes en el noticiero, lo veo a Jorge y vuelve a mi aquel niño de mirada triste con el que compartí   los puros años de  la inocente infancia.
 ¿Cómo puedo ver en ese hombre  al culpable?
Pienso en  su madre, en sus hermanos, en la estigmatización de la sociedad  hacia ellos, cuyas vidas no serán las mismas, porque la gente también los condena  y los convierte en culpables. Pienso también en esa madre que cruzó su mirada  con la niña amamantándola. Ella jamás pensó que su vida se iba a ver truncada con una muerte brutal.
Las madres parimos y criamos con dolor  y felicidad a nuestros hijos.
Creemos que  les enseñamos todo lo necesario para ser felices.
“La vida es un don de la naturaleza, la vida bella es un don de la sabiduría.”
Ellos harán con todo eso lo que quieran o lo que puedan, y serán los responsables absolutos de sus actos.
 Pero aun sabiendo  todo eso, no bastará para evitar el desgarro del alma, si  nos gritan que parimos al asesino.
Como madre jamás lo creeríamos, y está bien que así sea, ¿Qué madre no haría eso?
¿Qué madre no creería en su hijo, si le dice soy inocente con lágrimas en los  ojos? ¿Acaso  No querría volverlo al vientre y darle cobijo?
Y aquellas a las que le matan un hijo,  ¿Acaso podrían perdonar   y dejar de pedir justicia desgarradoramente?
Más allá de la religión, de las creencias, la divina justicia nos alcanza. El culpable y el inocente  tendrán la suya.
Solo debemos pedir que esta historia no manche el buen nombre de los que sin querer se vieron involucrados en ella.
Todos debemos pensar  en el sufrimiento de  esas madres, más allá de la inocencia o de la culpabilidad de sus hijos, todos podemos parir a un mártir, todos podemos parir a la victima, todos podemos parir al asesino.

Alicia Celada                                                              


                                                                              
                                                 
                                                                                                            
                                                                                                           
  


  

La calma





Ya llego la calma, paso la tormenta, otra vez los pájaros trinan en las ramas.

El sol ilumina el verde paisaje, hasta el enramaje cobra nuevo brillo.

La miel de la abeja parece más dulce y el canto del grillo mucho más sencillo.

Me gusta esta calma que me hace más mia, que saca de adentro la melancolía.

Ya llego la calma, ya vuelven mis versos a ser más piadosos y mí rostro enjuto se torna mas joven.

La alegría puebla todos los balcones, las blancas palomas son las mensajeras de renovaciones.

Estoy más eufórica, mucho más sensible, me siento tan grande que tú no sospechas con cuanta grandeza alzo mi cabeza.

El mundo ya es mío, he aprendido tanto.

Bendito, bendito todos los dolores que me castigaron y me depuraron.

Bendita las manos que me amordazaron; bendito los días que me atormentaron.

Ya llego la calma, ya me he perdonado.

 Alicia Celada

Cada vez que tacho una frase es porque disiento con mi inconsciente.


Alicia Celada

El rey


El rey





Los bufones del rey saben bien como entretenerlo, y no deben contradecirlo. El rey tiene todas las verdades, aun las más absolutas y las disolutas.

Muchas veces el rey logra que las mujeres bailen para el con poca ropa, y lo deleiten con el toque armonioso de la flauta.

El rey le gana un día más a la vida, mientras la muerte ríe a sus espaldas. Porque la vida como una madre complaciente, le hace creer que le ganó. Y el rey pese a que no es un niño, se lo cree. Porque las madres no mienten, ni cuando dicen que somos los más hermosos del mundo.

El rey ya le ganó más de 20000 días a la vida y se siente victorioso. Pero alguien acaba de pisarle la capa. El rey lo mira fijamente, y termina por castrarlo.


Alicia Celada